Autor: Isabel "Chabuca" Granda
Intérprete: Carmina Canavino
F: Manuel Solari Swayne, cronista y defensor de la Lima a la que Chabuca cantó. La estrenó durante un almuerzo ofrecido por Fernando Graña. Lo sorprendió con la canción y el periodista, alérgico a ser el centro de atención, se sintió muy avergonzado. Solari se declaró "furibundo" y dejó de escribir con el seudónimo del que la canción tomó su titulo. Su hermano lo reprendió:"Eres un suicida, porque ya te condenaste a no pasar a la historia sólo por este vals que te dedicó Chabuca". Solari recuperó el "Zeño Manué" y la amistad continuó su curso.(Antología Chabuca Granda)
Letra:Oiga usted, zeño Manué, nos estamos quedando
sin esa Lima de otrora tan querida y tan señora,
sus calles como en la copla son unas calles cualquiera,
son unas calles cualquiera camino de cualquier parte.
Ya no nos llevan al parque ni tampoco a la alameda,
ya las plazuelas se mueren, alumbrando su tristeza,
no perfuma la diamela, ni cae el jacarandá
ni florecen los aromos al llegar la Navidad.
Oiga usted, zeño Manué enamorado de Lima,
que tejes para tu amada con tus hermosas palabras
un encaje de ternuras y una guirnalda dorada,
vamos a cerrar los ojos e imaginarla soñada.
Vamos junto a un surtidor que nos cante su recuerdo
y que la luz de un farol, preste amor a nuestro ensueño
y la flor de chirimoya y el perfume a reseda
adormezcan las mentiras y nos traigan la verdad.
Dicen que hubo alguna vez, una Lima sandunguera
alfombra jacarandá que, que tenía su vereda
soleada cerca a los cerros y mojada junto al mar,
dicen que hubo alguna vez, una Lima de bandera,
tienen sus casonas bellas las puertas de par en par,
ventanas de reja y laja suaves para caminar.
Mampara de alegres ruidos, salones de medallón
al fondo los ventanales de encaje para mirar
un jardín y enramada y un huerto por madurar
tienen sus casonas bellas las puertas de par en par.
Desde un brasero encendido, humitos de la alhucema
te piden de no hacer ruido, porque hay un niño dormido
y siente, zeño Manué, que en el aire está prendido
el aroma de mixtura y en azafate servido.
Y mira, zeño Manué, cómo un trocito del cielo
se inclina para aguaitar por si se asoma la niña
más allá de la cocina en el patio en que se secan
al sol las tiras bordadas y se pelan las gallinas.
Anda, pues, zeño Manué...
vamos al borde de un surtidor...
sin esa Lima de otrora tan querida y tan señora,
sus calles como en la copla son unas calles cualquiera,
son unas calles cualquiera camino de cualquier parte.
Ya no nos llevan al parque ni tampoco a la alameda,
ya las plazuelas se mueren, alumbrando su tristeza,
no perfuma la diamela, ni cae el jacarandá
ni florecen los aromos al llegar la Navidad.
Oiga usted, zeño Manué enamorado de Lima,
que tejes para tu amada con tus hermosas palabras
un encaje de ternuras y una guirnalda dorada,
vamos a cerrar los ojos e imaginarla soñada.
Vamos junto a un surtidor que nos cante su recuerdo
y que la luz de un farol, preste amor a nuestro ensueño
y la flor de chirimoya y el perfume a reseda
adormezcan las mentiras y nos traigan la verdad.
Dicen que hubo alguna vez, una Lima sandunguera
alfombra jacarandá que, que tenía su vereda
soleada cerca a los cerros y mojada junto al mar,
dicen que hubo alguna vez, una Lima de bandera,
tienen sus casonas bellas las puertas de par en par,
ventanas de reja y laja suaves para caminar.
Mampara de alegres ruidos, salones de medallón
al fondo los ventanales de encaje para mirar
un jardín y enramada y un huerto por madurar
tienen sus casonas bellas las puertas de par en par.
Desde un brasero encendido, humitos de la alhucema
te piden de no hacer ruido, porque hay un niño dormido
y siente, zeño Manué, que en el aire está prendido
el aroma de mixtura y en azafate servido.
Y mira, zeño Manué, cómo un trocito del cielo
se inclina para aguaitar por si se asoma la niña
más allá de la cocina en el patio en que se secan
al sol las tiras bordadas y se pelan las gallinas.
Anda, pues, zeño Manué...
vamos al borde de un surtidor...
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